viernes, 30 de octubre de 2015

El Suelo:

El suelo es la fina capa de material fértil que recubre la superficie de la Tierra.
El suelo es una capa delgada situada en el límite entre la atmósfera y la zona continental de la corteza terrestre.
Atmósfera, corteza y suelo interactúan para proporcionar a los seres vivos los recursos que necesitan. El suelo, por tanto, constituye el soporte de la vida sobre los continentes.

Desde el punto de vista científico el suelo constituye el objeto de estudio de la Edafología, la cual lo define como "ente natural organizado e independiente, con unos constituyentes, propiedades y génesis que son el resultado de la actuación de una serie de factores activos (clima, organismos, relieve y tiempo) sobre un material pasivo (la roca madre)". El suelo forma un sistema abierto a la atmósfera y la corteza que almacena de forma temporal los recursos necesarios para los seres vivos. La disponibilidad de estos recursos (agua, energía, nutrientes minerales, etc.) depende de la intensidad y velocidad de los procesos de intercambio entre el suelo y el resto de compartimentos de los sistemas ecológicos.


El concepto de suelo ha ido modificándose conforme ha ido avanzando el conocimiento de sus componentes y la relación entre ellos. Así, para el alemán Frank Albert Fallou (1862), el suelo puede considerarse como “el producto de la alteración, que, como dientes, va royendo la superficie de la tierra”. En este mismo sentido, para el también alemán Emil Ramann (1928), el suelo es “la capa superior de alteración de la corteza”. Lavy, pensaba que el suelo no era más que una clase de roca. Se trata de conceptos meramente geológicos.
Para el norteamericano Eugene Woldemar Hilgard (1906), con una formación más amplia como geólogo, edafólogo y agrónomo, el suelo era “el material más o menos suelto en el que las plantas encuentran soporte y nutrición”.
Robinson (1930) afirmaba que el suelo es la alteración físico-química de la roca, los residuos orgánicos y los excrementos.
Según Walter L. Kubiena, investigador afincado en España, “el suelo es la capa viviente de transformación de la corteza sólida terrestre surgida bajo el influjo de la vida y de las especiales condicions del hábitat biológico, sometida a un constante cambio estacional y desarrollo peculiar”.
José María Albareda definió en 1940 el suelo como “una formación limítrofe, zona en que se compenetran la parte sólida, líquida y gaseosa de la tierra, lo mineral inorgánico, seres vivos y restos de la vida, crecimientos y destrucciones, lavados y evaporaciones, una complejidad natural sometida a una complejidad dinámica”.
Desde el punto de vista científico más actualizado, la Edafología define el suelo como “un ente natural organizado e independiente, con unos constituyentes, propiedades y génesis que son el resultado de la actuación de una serie de factores activos (clima, organismos, relieve y tiempo) sobre un material pasivo (la roca madre)". El edafólogo francés Philippe Duchaufour definió en 1956 el suelo como una “colección de cuerpos naturales de la superficie terrestre que soporta plantas, que llega desde los materiales no consolidados e inorgánicos que yacen en la zona de las raíces de plantas nativas perennes a donde se han desarrollado horizontes impermeables a las raíces o los dos metros más superficiales de propiedades distintas al material rocoso subyacente, como resultado de la acción de organismos vivos, clima, roca madre y relieve.
En la definición de suelo que ofrece el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, 1998), el suelo es un cuerpo natural formado por una fase sólida (minerales y materia orgánica), una fase líquida y una fase gaseosa que ocupa la superficie de la tierra, organizada en horizontes o capas de materiales distintos a la roca madre, como resultado de adiciones, pérdidas, transferencias y transformaciones de materia y energía, que tiene capacidad para servir de soporte a las plantas con raíces en un medio natural. Los límites superiores del suelo son la atmósfera, las aguas superficiales poco profundas (es decir, que pueden soportar el crecimiento de raíces), las plantas vivas o el material orgánico que no ha comenzado a descomponerse. Los límites horizontales los constituyen áreas donde el suelo es invadido por aguas profundas (más de 2.5 m), materiales estériles, rocas o hielo. El límite inferior está constituido por la roca dura y continua. De manera arbitraria, la profundidad máxima del suelo se establece en 2 m.
De este modo, la visión del suelo como una intersección de atmósfera, litosfera, hidrosfera y biosfera ha dejado paso a un concepto de suelo como un subsistema de los ecosistemas terrestres.
Este concepto sistémico del suelo implica tres características fundamentales:
Complejidad: El suelo está caracterizado por una atmósfera interna, una economía particular del agua, una flora y fauna determinada, unas partículas minerales y unas partículas orgánicas, estando todos estos componentes fuertemente relacionados.
Dinamismo: El suelo adquiere progresivamente sus propiedades por la acción combinada del medio. La roca madre se altera por influencia del clima y la vegetación; los residuos vegetales y animales son atacados por los microorganismos del suelo, forman complejos orgánicos coloidales que se denominan humus y que después se mineralizan progresivamente; se establecen uniones más o menos íntimas entre los minerales procedentes de la alteración de la roca y el humus; las sustancias solubilizadas y las partículas coloidales sufren migraciones. Así, al fin de su proceso evolutivo, el suelo da lugar a un medio estable y equilibrado con el clima, la vegetación y la roca madre. Sin embargo, este equilibrio puede romperse mediante una modificación apreciable del clima o la vegetación, comenzando un nievo proceso de evolución.

Permeabilidad: El suelo es un sistema abierto. Esta permeabilidad repercute en la mayor o menor facilidad de degradación. 

EL SUELO ESQUEMA GENERAL DE SU FORMACIÓN
PROCESOS BÁSICOS:

Desde un punto de vista global en el suelo se pueden encontrar tres tipos de procesos generales:
Aporte, alteración y pérdida del material litológico.
Aporte, alteración y pérdida del material orgánico.
Reorganización de ambos materiales por mezcla, agregación, translocación y diferenciación.

Es decir, que los complejos procesos de transformación de un suelo se reducen a adiciones, transformaciones, transferencias y pérdidas de materiales. Básicamente, se trata de sólo tres procesos: meteorización física, alteración química y translocación de sustancias. Estos procesos afectan tanto a la fase mineral como a la fase orgánica del suelo y constituyen lo que tradicionalmente se denomina como los procesos básicos o generales en la formación del suelo ya que actúan siempre en la formación de todos los suelos.
Los procesos de meteorización física del material original pueden observarse en la base del perfil de suelo, donde la roca original aparece fragmentada en bloques de tamaño heterogéneo y en partículas más finas. La fragmentación mecánica del sustrato original ocurre por causas fundamentalmente climáticas (procesos de dilatación/contracción debido a la insolación o a la congelación, cambios de humedad) pero también a causas geológicas, como el descenso de presión que sufren las rocas al aflorar en la superficie, cristalización de sustancias en los poros del suelo o a la acción mecánica de las raíces de las plantas, que pueden llegar a fracturar el material.
Entre los procesos de alteración química figuran el emparde cimiento, la rubefacción, la fersialitización, la ferralitización o la gleyzación.
Los procesos de translocación se realizan debido a la acción del agua. Normalmente, el movimiento del agua en el perfil es descendente. Sin embargo, en climas áridos, es perceptible el movimiento ascendente de las sales debido a los procesos de evapotranspiración. En zonas de relieve montañoso, el desplazamiento lateral del agua del suelo también puede tener efectos importantes en la formación del suelo. En los procesos de translocación pueden distinguirse dos fases distintas:
Eluviación. Es la fase inicial de movilización de materiales que constituyen la capa superficial del suelo.

Iluviación. Es la fase de inmovilización o acumulación de sustancias procedentes de las capas superiores del suelo en las zonas más profundas. 

ETAPAS DE LA FORMACIÓN DEL SUELO

El suelo procede de la roca madre, la cual se altera por la acción de los factores ambientales y en su formación se desarrollan una serie de procesos que transforman el material original hasta darle una morfología y propiedades propias.
En la formación del suelo intervienen un conjunto de procesos muy heterogéneos. Esta complejidad se desprende si nos fijamos en la posición del suelo en la Naturaleza. El suelo está sometido a las leyes de la litosfera, hidrosfera, biosfera y atmósfera. De este modo, el suelo es el resultado de la acción de cinco factores formadores principales:

Litología. La naturaleza litológica del sustrato original condiciona las propiedades químicas (acidez, riqueza en nutrientes, etc.) y físicas del suelo (permeabilidad, consistencia, textura, etc.). La influencia del material original se pone de manifiesto en propiedades como el color, la textura, la estructura, la acidez y otras muchas propiedades del suelo. Las rocas que contengan abundantes minerales inestables evolucionarán fácil y rápidamente para formar suelos, mientras que aquellas otras, como las arenas maduras, que sólo contienen minerales muy estables, como el cuarzo, apenas si llegan a edificarse aunque estén expuestas durante largo tiempo a la meteorización. La roca regula la penetración y circulación del aire y del agua, lo que va a condicionar de un modo decisivo la fragmentación, alteración y translocación de los materiales. En general, cuando el resto de condiciones permanecen iguales, existe una estrecha relación entre el tipo de suelo y las características de la roca madre.

Clima. El clima influye directamente sobre el suelo mediante la humedad y la temperatura, y de manera indirecta mediante la vegetación y el relieve. El clima es el principal agente de alteración química del suelo, así como de la fragmentación mecánica de determinados tipos de sustratos. El clima controla los procesos que tienen lugar en el suelo y su intensidad. La disponibilidad y el flujo de agua regulan la velocidad de desarrollo de la mayoría de los procesos edáficos. Muchas propiedades de los suelos presentan determinadas tendencias relacionadas con las características del clima. La cantidad y el tipo de arcilla, por ejemplo tiene que ver con las características climáticas que controlan la alteración química. Existe una relación entre el tipo de mineral existente y la precipitación.

Relieve. El relieve condiciona el desarrollo del suelo, fundamentalmente desde el punto de vista de la profundidad y la diferenciación de horizontes. El relieve influye sobre el transporte por gravedad. Los relieves abruptos favorecen la erosión, originando suelos lépticos, poco profundos (Figura 1-5). En los valles, por el contrario, se favorece el desarrollo en profundidad del suelo. El relieve, además, condiciona aspectos como la insolación, el drenaje del suelo y determinados procesos geomorfológicos. La relación entre el suelo y las características geomorfológicas del paisaje es tan estrecha que su conocimiento es la base para establecer los modelos de distribución de suelos útiles en cartografía y ordenación del territorio.
Seres vivos. Los seres vivos afectan al suelo de diversas maneras. Las plantas constituyen la principal fuente de materia orgánica del suelo. Los seres vivos condicionan tanto procesos de tipo químico como físico, favoreciendo en general la fertilidad del suelo. Los animales excavadores trituran y mezclan el material del suelo, lo que influye sobre la estructuración, la permeabilidad y la aireación. En general, los vertebrados y algunos invertebrados, como los artrópodos, son responsables de la bioturbación del suelo. Los invertebrados no artrópodos colaboran en la alteración de la materia orgánica y favoreciendo la mezcla de materia orgánica y mineral del suelo. La vegetación posee un papel clave en la formación del suelo, sobre todo si se considera su capacidad de meteorización de la roca (líquenes, raíces, etc.) o el aporte de materia orgánica.
Edad. El tiempo constituye un factor importante en el suelo, de tal modo que los suelos más antiguos son los que muestran un mayor desarrollo en profundidad del perfil y una mayor diversificación de horizontes. La velocidad de formación del suelo va desde 1 mm/año hasta 0,001 mm/año. Las propiedades del suelo pueden variar en función del momento del día o el año, además de la existencia de cambios muy lentos que necesitan decenas o cientos de años para producirse.
La formación del suelo tiene lugar como consecuencia de la actuación de estos cinco factores formadores, y en ella desde el punto de vista didáctico se pueden distinguir dos etapas: la etapa inicial que representa la diferenciación de los constituyentes del suelo y una etapa final en la que los constituyentes se reorganizan y evolucionan para formar el suelo.

La etapa inicial comienza, lógicamente, con la fragmentación de las rocas originales y también de los restos de los organismos que poco a poco han ido colonizando el material. La desagregación del material facilitará la circulación del aire y del agua, y también favorecerá la actividad biótica, todo lo cual conducirá a la subsiguiente alteración química del material.

Los minerales de las rocas originales, dependiendo de la estabilidad, se alteran en mayor o menor medida, apareciendo en el suelo más o menos transformados. Los iones liberados en la alteración mineral pasarán a la solución del suelo formando geles o se recombinarán para dar lugar a nuevos minerales.

Por otra parte, los vegetales y animales sufren al morir unas intensas transformaciones químicas, desarrollándose un nuevo material orgánico que evoluciona para alcanzar un equilibrio en las condiciones edáficas, llamado humus. Durante estos procesos de transformación del material orgánico se desprenderán compuestos sencillos que irán a engrosar la solución del suelo y también se pueden desprender como consecuencia de estas reacciones determinados gases, además de agua.

Etapa final. Todos los constituyentes formados o liberados en la etapa inicial (minerales, humus, geles, gases, agua y soluciones) sufren una serie de procesos de mezcla y diferenciaciones que si evolucionan in situ conducen a la formación del suelo, mientras que si son arrastrados a otros lugares, dan lugar a los sedimentos (los cuales pueden sufrir posteriormente nuevos procesos de edafización). En la fase final la transformación es tan intensa que el material adquiere una morfología y unas características químicas propias. Las sustancias minerales originales se han transformado física y químicamente, se han reorganizado y unido entre sí y a la fracción orgánica y han formado nuevos agregados estructurales. Las movilizaciones de sustancias adquieren en esta fase un papel predominante. 

EL PERFIL Y LOS HORIZONTES DEL SUELO

Como la edafización actúa desde la superficie y va perdiendo su intensidad conforme profundizamos en el perfil del suelo, el material se altera de un modo diferencial y como resultado de la actuación de estos procesos de meteorización y translocación se pasa de un material homogéneo o uniforme, como es la roca, a un material heterogéneo, estratificado en capas con diferentes propiedades como es el suelo; es decir, se produce la horizonación del material. Y es precisamente esta característica, representada por la variación regular de las propiedades y constituyentes del suelo en función de la profundidad, la característica más representativa de los suelos, rasgo que los diferencia claramente de las rocas.
A cada capa en que se organiza el material del suelo se le denomina horizonte, y su superposición constituye el perfil del suelo.
Los horizontes constituyen las unidades para el estudio y para la clasificación de los suelos.
Los horizontes edáficos son capas aproximadamente paralelas a la superficie del terreno y se establecen en función de cambios de las propiedades y constituyentes (que son el resultado de la actuación de los procesos de formación del suelo) con respecto a las capas inmediatas.
Los se ponen, normalmente, de manifiesto en el campo, en el perfil del suelo, pero los datos de laboratorio sirven para confirmar y caracterizar a estos horizontes.
Generalmente bastan solo tres propiedades para establecer la horizonación de un suelo:
Color.
Textura.
Estructura.

Aunque propiedades como la consistencia, la reacción ácida y otras, son a veces de gran ayuda, el más mínimo cambio detectado (en una sola o en varias de estas propiedades) es suficiente para diferenciar un nuevo horizonte.

 
NOMENCLATURA ABC DE LOS HORIZONTES DEL SUELO

La designación de horizontes constituye uno de los pasos fundamentales en la definición de los suelos.
Para designar a los horizontes del suelo se usan un conjunto de letras y de números.

HORIZONTES PRINCIPALES
Los horizontes se designan mediante letras mayúsculas que nos indican las características fundamentales del material de que está constituido. De manera simple, los horizontes principales se designan mediante las siguientes letras:

H. Acumulaciones de materia orgánica sin descomponer (>20-30%), saturados en agua por largos períodos. Es el horizonte de las turbas.
O. Capa de hojarasca sobre la superficie del suelo (sin saturar agua; >35%), frecuente en los bosques.
A. Formado en la superficie, con mayor porcentaje de materia orgánica (transformada) que los horizontes situados debajo. Típicamente de color gris oscuro, más o menos negro, pero cuando contiene poca materia orgánica (suelos cultivados) puede ser claro. Estructura migajosa y granular.
E. Horizonte de fuerte lavado. Típicamente situado entre un A y un B. Con menos arcilla y óxidos de Fe y Al que el horizonte A y B. Con menos materia orgánica que el A. Muy arenosos y de colores muy claros (altos values). Estructura de muy bajo grado de desarrollo (la laminar es típica de este horizonte).

B. Horizonte de enriquecimiento en: arcilla (iluvial o in situ), óxidos de Fe y Al (iluviales o in situ) o de materia orgánica (sólo si es de origen iluvial; no in situ), o también por enriquecimiento residual por lavado de los carbonatos (si estaban presentes en la roca). De colores pardos y rojos, de cromas (cantidad de color) más intensos o hue (tonalidad del color) más rojo que el material original = hor. C). Con desarrollo de estructura edáfica (típicamente en bloques angulares, subangulares, prismática).
C. Material original. Sin desarrollo de estructura edáfica, ni rasgos edáficos. Blando, suelto, se puede cavar con una azada. Puede estar meteorizado pero nunca edafizado.
R. Material original. Roca dura, coherente. No se puede cavar.

HORIZONTES DE TRANSICIÓN
Se presentan cuando el límite entre los horizontes inmediatos es muy difuso, existiendo una capa ancha de transición con características intermedias entre los dos horizontes. Se representan por la combinación de dos letras mayúsculas (por ejemplo: AE, EB, BE, BC, CB, AB, BA, AC y CA). La primera letra indica el horizonte principal al cual se parece más el horizonte de transición.



HORIZONTES MEZCLA


En algunas ocasiones aparecen horizontes mezclados que constan de partes entremezcladas. Están constituidos por distintas zonas en cada una de las cuales se puede identificar a un horizonte principal ( en la misma capa existen trozos individuales de un horizonte completamente rodeados de zonas de otro horizonte). Se designan con dos letras mayúsculas separadas por una raya diagonal (p.ej. E/B, B/C); la primera letra indica el horizonte principal que predomina. 

http://www.camposparaguay.com.py/gfx/mapas/paraguay-mapa-suelos-big.gifSUELOS EN PARAGUAY:

El Paraguay como un todo dispone de un mínimo de información sobre la magnitud de los procesos erosivos en las diferentes regiones del país. Si bien más del 90% del área de cultivo está expuesta a procesos de erosión por acción del agua en diferentes grados de intensidad, en función de las diferentes características edafo-climáticas esta caracterización es muy generalizada, fragmentaria y heterogénea, ofrece limitadas posibilidades para sustentar una recomendación precisa sobre los potenciales de sus suelos.

            La clasificación por capacidad de uso disponible, abarca solamente la Región Oriental donde las clases II, III y IV cubren el 62,7% de la región. Entre sus limitaciones predomina la susceptibilidad a la erosión.

COLOR:

  • El color es una de las propiedades del suelo mas útil para su evalua- ción e identificación. Es medida por comparación visual utilizando la carta de Munsell

  • A partir del color se puede inferir proce-sos pedogenéticos y evaluar características del suelo

  • Los agentes responsables por los colores son:

  • la materia orgánica (color oscuro)

  • óxidos de hierro (colores rojos y amarillos)

  • óxidos de manganeso (color negro revis-tiendo agregados)

  • Carbonato de Calcio y Magnesio (color blanquecino)



  • La variación de color se utiliza para la separación de los horizontes

  • La variación de color indica la condición de dre-naje: colores rojos o amarillados, buen drenaje, el agua pasa fácilmente por el perfil (dos oxidos de hierro, hematita y goethita)

  • Color gris o ceniza (gley) es ausencia de hierro oxidado que indica exceso de agua (reducción del hierro)


  • Suelos rojos y amarillos en un fondo gris (mosqueados) indican procesos de reducción y oxida-ción provocados por frecuentes elevacio-nes y bajadas de la napa freática 

EL SUELO PERFILES CARACTERÍSTICAS:


Esquema del suelo:
O - Materia orgánica
A - Suelo
B - Subsuelo
C - Material parental